Y por fin llegó Abejita

IMAG1758Y por fin llegó Abejita. El siete de abril a las 12:05 de la mañana, con cuarenta y nueve centímetros y tres kilos trescientos cuarenta gramos, entraba en este mundo Abejita llorando a pleno pulmón mientras su madre pensaba ¿pero esta no estaba llamada a ser la tranquila de la familia?

Pues parece que lo es, desde que llegó a este mundo, toda rojita y pringosa, no ha estado despierta más que lo imprescindible y sólo ha llorado cuando ha sido estrictamente necesario. Se la ve de buen dormir y de buen comer, en lo primero ha salido claramente a su padre y en lo segundo a su madre.

Tuve un parto maravilloso, si hubiera sido más corto no me hubiera importado, pero es lo que tiene una, que es entrar por la puerta de la Maternidad y dejo las contracciones colgadas en la puerta. Le he dicho a Papá Monito que seguro que para el tercero descubro por fin lo que es tener contracciones regulares. Me ha mirado con cara de a mi no me vuelves a liar.

Nació con apetito y en el mismo paritorio se enganchó al pecho, como si viniera de pasar un largo ayuno. Bueno, yo me pasé medio parto preguntando si podía desayunar y lo primero que pedí al subir a planta fue que me trajeran la comida y si podía ser el desayuno que me había perdido.

Cuando llegó la noche Abejita ya había conseguido empacharse literalmente. Tanto pedir tetita, teniendo en cuenta que yo todavía amamanto a su hermana mayor, pues resultó ser demasiado para ella. Al día siguiente prefirió comer menos y dedicarse a su otra gran afición, planchar la oreja.

Es tan tranquilita que a veces me sorprendo mirándola como si en vez de un bebé fuera un extraterrestre, un segundo después pienso, disfruta por si no dura.

Su hermana mayor está como loca con ella, estaba tan nerviosa que la dejaron entrar un momentito al paritorio para que la conociera mientras terminaban con nosotras. Alucinó al verla y no paraba de decir que era pelona, que tenía las orejas chiquititas, los dedos pequeñitos y darle besitos en la cabecita.

Con tanto cambio la mayor, aunque está encantada con la hermanita, ha decidido empezar a portarse como un auténtico trasto. Todavía ni he podido acabar de deshacer el equipaje del hospital y miro la casa y me dan ganas de quemarla y echar a correr con una niña en cada brazo camino del hotel más cercano.

Es lo que dicen, dos niños no son el doble de trabajo, es mucho más, es levantarse a las siete de la mañana para conseguir salir a las diez con unas pintas medio pasables. A mis días les faltan horas, unas veinticuatro horas más, para poder seguir ocupándome de mi hija mayor como lo hacía antes y para ocuparme de la pequeña como en su día me ocupé de la mayor.

 

 

Aquí estamos Abejita, esperándote

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Semana 40+1 y aquí seguimos Abejita, esperándote. Y no parece que tengas prisa por aparecer. Llevo con contracciones cortas y ligeramente molestas desde hace un mes pero según la ginecóloga que me visitó hace una semana estoy verde, verde. Ni rastro de dilatación, sólo el cuello acortado, lo normal para un segundo embarazo.

Digo contracciones ligeramente molestas porque es lo que eran al principio, después de un mes, de molestas han pasado a ser un auténtico coñazo. Caminar y tener contracciones a la vez, o estirarme por fin a dormir, encontrar la posición y entonces empezar con la salva de cañones uterinos, pues agradable no es. Así que aquí estamos Abejita, esperándote.

Hoy es un día tan bueno como cualquier otro para nacer, o mejor incluso que algunos, hoy tu hermana mayor cumple veintidós meses y hasta ella ya empieza a estar nerviosa y me grita tu nombre en la tripa, como diciendo te estás pasando ya hermanita. Lo dice ella que nació en la semana 41+1.

Aunque me lo tomé con calma ya hace muchos días que fuimos a comprar tu minicuna y está preparada, esperando que vengas ya con nosotros a casa. Con sus sabanitas y mantas, tu doudou, el cojín de lactancia, el capazo para el carro, con sus fundas listas, esas que se cayeron al patio de luces y tu padre tuvo que pescar desde la casa de los vecinos.

Tienes preparados tus pañales, tu jabón y aceite para el baño, tu ropita, tus gasas y muselinas e incluso un fular elástico para que los papis te porteen cómodamente,  ahora al registro, ahora al pediatra, ahora a la seguridad social. A la mami le salen un par de nudos ya nivel pro. Pero mira, tú no apareces, sólo me pateas la tripa y las costillas y cada vez que te mueves tengo que salir corriendo al baño al grito de ¡Pipi!

Ya empiezo a estar algo nerviosa, algo malhumorada, pero eso es porque la ginecóloga el otro día me dijo que esta vez no me dejarían llegar a la semana cuarenta y uno y no me parece nada bien y más teniendo en cuenta que ni siquiera he pasado todavía por monitores.

No veo la necesidad de inducir un parto antes de la semana cuarenta y uno o incluso la cuarenta y dos simplemente porque ahora sea protocolo del hospital cuando hace veintidós meses no lo era y tu hermana pudo nacer perfecta y sana cuando llegó el momento perfecto.

Así que ahora nos vamos a dar un paseo, a ver si con el meneo te animas a salir, un paseo cortito, lo que se pueda y permita la ciática, que camino por la calle que la gente debe de pensar que voy de parto, un pinchazo aquí, un tirón allá.

Mañana monitores y otra vez ginecólogo a ve qué dicen, desde luego, voy a intentar negociarte unos días, que aunque estemos aquí esperándote Abejita, locos por verte, todavía podemos esperar hasta la 41+1 como hicimos con tu hermana.